Vort of the Parshe

parshat Jaye Sara

ואלה שני חיי ישמעאל מאת שנה ושלשים שנה ושבע שנים ויגוע וימת (כ"ה י"ז) “Y estos son los años de la vida de Ishmael: ciento treinta y siete años, y él expiró y murió.”

ואלה שני חיי ישמעאל מאת שנה ושלשים שנה ושבע שנים ויגוע וימת (כ”ה י”ז)
“Y estos son los años de la vida de Ishmael: ciento treinta y siete años, y él expiró y murió.”
Rashi comenta que Ishmael hizo teshuvá (arrepentimiento), como se deduce de la palabra ויגוע (expiró), que la Torá utiliza para referirse únicamente a los tzadikim (justos). Sin embargo, parece que esta teshuvá no ayudó a que sus descendientes siguieran el camino correcto, como vemos en el siguiente versículo, que dice sobre los descendientes de Ishmael: “על פני כל אחיו נפל” (“Cayó sobre la presencia de todos sus hermanos”), lo cual indica que, después de la muerte de Abraham, ellos cayeron. (La veracidad de este versículo se vuelve cada vez más clara con el tiempo, ya que vemos lo que ha sucedido con los descendientes de Ishmael.)

Si es cierto que Ishmael hizo teshuvá y terminó su vida como un tzadik, ¿por qué sus descendientes tuvieron una caída tan tremenda? ¿No debería haber sido su teshuvá un mensaje poderoso para los que vinieron después de él, motivándolos a seguir los caminos de su ancestro, quien mostró lo que sentía en sus últimos días al hacer teshuvá? ¿Qué causó que ellos ignoraran el testimonio final del padre fundador de su nación?

Hay tres lugares en la Torá donde se menciona (según los Jajamim) que Ishmael hizo teshuvá y fue considerado un tzadik. Uno es cuando se perdió en el desierto, enfermo y a punto de morir de sed. Rezó a Hashem y fue salvado porque en ese momento era un tzadik. La segunda ocasión es cuando Abraham Avinu falleció y, junto con Itzjak enterró a su padre. Ishmael colocó a Itzjak primero, mostrando así que había hecho teshuvá. El tercer lugar está en nuestra parashá, donde la Torá nos dice “ויגוע וימת” (expiró y murió), dejando este mundo como un tzadik, como lo indica la palabra ויגוע.

Estas tres ocasiones tienen un denominador común: todas fueron situaciones con una poderosa influencia que despertaron en él el deseo de hacer teshuvá. En el desierto, estuvo a un paso de la muerte. Al enterrar a Abraham, podemos imaginar que el duelo le dio, aunque fuera por un momento, una verdadera perspectiva sobre la inutilidad de los placeres físicos y también sobre la grandeza de su gran padre. Cuando finalmente llegó su momento de dejar este mundo, también pudo ver el verdadero propósito de la vida de una persona y hacer teshuvá.

Pero todo esto no significa que cambió su esencia. Más bien, cuando la situación lo apoyaba, era capaz de hacer teshuvá, pero en esencia seguía siendo la misma persona de siempre. Los descendientes de Ishmael se relacionaron con lo que él era en esencia. Los episodios temporales de teshuvá no fueron lo que tomaron como imagen de su antepasado. En cambio, se conectaron con lo que realmente era Ishmael, y por eso resultaron ser lo que son hoy en día.

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